Ciencia y Vida

miércoles, septiembre 15, 2010

SÍNDROME METABÓLICO



Algunas veces, en algún funeral, he oído aquello de: “…Ya era muy mayor, se murió de viejo”. Realmente nadie se muere de viejo, tampoco de tristeza ni de soledad. Todos morimos por alguna causa concreta que generalmente puede constatarse en el “certificado de defunción” con un lacónico: “muerte por parada cardiorrespiratoria”. Efectivamente, al final se nos para el corazón, la cuestión es por qué se ha parado el corazón y sobretodo si se podría haber retrasado algunos años.

Muchas veces el corazón deja de funcionar por falta de aporte de oxígeno debido a la presencia de un ateroma o placa necrótica que bloquea la circulación de la sangre. En esto tienen que ver algunas causas genéticas y circunstanciales que desde el punto de vista clínico se ha venido recientemente a relacionar con el denominado “síndrome metabólico”, una conjunción de hipertensión, obesidad y colesterol que aumenta la incidencia de la patología cardiovascular y el infarto. La importancia de este síndrome deriva de su alarmante incremento en la población. Estamos ante una nueva “epidemia” debida al sobrepeso y el sedentarismo que debemos combatir.

La formación de estos ateromas se debe a la captación de un exceso de macrófagos cargados de colesterol en la capa celular íntima que envuelve los vasos sanguíneos y que pueden iniciar un proceso degenerativo que termina estrechando la luz arterial. Recientemente se ha descubierto que la formación de ateromas se ve incrementada por factores inflamatorios, algunos derivados del hábito de fumar. Cuando se bloquea una arteria por la formación de un trombo puede sobrevenir un infarto de miocardio o cerebral. Los avances recientes sobre el conocimiento de esta patología silenciosa pueden permitir, además de su tratamiento, la posibilidad de valorar situaciones de riesgo y tomar las precauciones pertinentes. Un exceso de colesterol total superior a 240mg/dl debe ponernos en alerta. Igualmente la obesidad puede igualmente favorecer la aparición de diabetes tipo II que va asociada a una desregulación de la glucosa con valores superiores a 110mg/dL, lo que incrementa aún más el riesgo cardiovascular. La conjunción de estos factores de riesgo supone un incremento notable de probabilidad de padecer un infarto. Uno vive conforme a la edad de sus huesos pero generalmente se muere según la edad de sus arterias.